
Liturgia
Celebrar es sinónimo de vivir. El hombre que vive necesita celebrar los acontecimientos que van marcando su vida. Necesitamos de la fiesta. Necesitamos festejar el pasado, deleitarnos en el presente y anticipar con gozo el futuro. El centro de nuestras celebraciones es la Eucaristía, donde afirmamos que la vida tiene sentido en Cristo Jesús, que el Resucitado es el acontecimiento más importante que ha transformado nuestras vidas y nos ha hecho hombres nuevos.
Estos encuentros, en los que somos conscientes de que todo en nuestra vida es un don, nos hacen participar de las fuentes de la gratuidad y unifican nuestra vida interior, riegan las tierras resecas de nuestra vida y nos construyen como Iglesia, nos eucaristizan y así podemos hacer presente a Cristo en todos los ámbitos de nuestra vida.
En estas páginas podrás encontrar diversos elementos de algunas de las fuentes que nos alimentan: la Palabra del día, la oración comunitaria, la celebración de la Pascua y otras posibles celebraciones. No son más que un reflejo, porque la vida no se puede encasillar, aunque sí podemos asomarnos, acercarnos a estas fuentes y como peregrinos seguir nuestro camino con más esperanza.